Termino como el carbón por preguntar sobre el humor negro Sin valoraciones aún

En cuanto me enteré de que Paccolo iba a dar una rueda de prensa no me lo pensé dos veces y pedí una acreditación, a nombre de otro periódico, porque a nosotros no nos dan ya, no sé qué de que no somos un medio potente o algo así… ¡si tenemos hasta un podcas!

El caso es que yo ya iba nervioso, ya que no todos los días se tiene la oportunidad de entrevistar al jefe de estudios del profesorado, porque si es P es Q, claro está, y para concentrarme suelo mirar fijamente a un punto, a dos si mi interlocutor es una mujer, pero es que ya me olía que me iba a quedar mirándole las antenas esas que tiene, que parece el robot de Android pero en desnutrido…

Android
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Y ahí estaba yo, aguantando turno tras turno para mi intervención, soportando preguntas que no le interesan a nadie como que si van a rescatar las autopistas (que no sabía yo que las hubiesen secuestrado…), no sé qué de las pensiones, que digo yo, que esta gente, con la pasta que gana, irán a hoteles y no a pensiones cutres, ¿no? Yo le quería preguntar sobre qué es eso de que ahora no se pueden hacer chistes negros en Internet, sólo en la intimidad, como el catalán

La cosa es que llegó mi turno y yo super nervioso me levanté, le miré a los ojos… me miró a los ojos… le miré las antenitas esas de la cabeza y me vino lo de “marcianto número uno llamando” a la cabeza…

Yo lancé la pregunta como si nada, que qué tiene que decirles a aquellos que afirman que el gobierno usa la ley mordaza para amedrentar a las masas y que no puedan hacer chistes de la dictadura en las redes sociales. Bueno, ni chistes, ni memes, ni nada, un aburrimiento, con la fuente de risa que es el gobierno…

La cosa es que me lo debió de notar que le miraba las antenas, que a ver, si dices es un tumor y no te gusta… pero las antenas, si las llevas a la vista, si las vas enseñando, ¡no te quejes de que la gente se queda mirándolas hombre!

El caso es que, de repente, empecé a notar mucho calorcito. Yo que soy del norte y no estoy acostumbrado, pensé que sería por la calefacción, que aquí en cuanto el termómetro baja de los 15 ¡ale!, ¡modo geriátrico! Anda que no hay auténticas guerras por la calefacción y los aires acondicionados…

A esto también le va bien el calorcito
A esto también le va bien el calorcito

Pero no, no era eso, es que el tío me estaba chuscarrando con su mirada, cual costillita de cerdo a la parrilla, que siempre sabe mejor.

En un plis plas, calcinado, cenizas toda la ropa, que era nueva del Promork de Góndor, esa tienda nueva de lujo. Y yo, claramente, churrascadito vivo, más que las tortillas del bar de debajo de la redación, ese que ntes era ‘Casa Pedro’ y ahora es ‘Casa Pedlo Pekín’, que lo han cogido unos chinos y lo mantienen igual de guarrindongo que estaba…

Los mejoles pinchos del balio
Los mejoles pinchos del balio

El caso es que me quemó, entero, que parecía un huevo Kinder, negro por fuera y blanco por dentro.

Que si me hubiese dado por varios sitos además, pero del lado izquierdo me dio más, y el derecho lo justo, como un filete que se te queda la mitad rojo sangrando. Pero yo sin sangrar, eso al menos… como me cauterizó de golpe pues no dio tiempo.

Y ahora encima la mutua que no quiere pagar, que si no sé qué de riesgos laborales que debería de evitar, no sé qué de fuera de jornada laboral… ¡Pero si estoy contratado a 24 horas y para asumir todos los riesgos! En fin, a la seguridad social que me tengo que ir, y como no me dan la baja… bueno, sí, pero la de RRHH, que usó la baja para probar su nuevo boli rojo de punta extra gorda y se lo cargó, y que no me vale como está…

En fin, que pienso demandarle, más que nada por las gafas, que al derretirse ya no me quedan bien ni ajustando las patillas, y creo que se ha variado incluso la graduación, porque ahora veo por un ojo todo como muy grande y por el otro como muy pequeño, así que voy haciendo guiños para ver compensado a medias. Eso sí, ligo la leche ahora… lo malo que más de un tío también se me acerca…

Los médicos, que no saben de nada
Los médicos, que no saben de nada

Lo dicho, quemadito vivo, ni la Niveo me calmó… ¡Y para colmo ni me contestó el tío! Me despido desde la unidad de quemados del Hospital Ewan McGregorio Marañón.

Nota: Este artículo es de ficción, y se realiza como complemento de la tira de hoy, 25 de enero de 2017, de “DioX-Men (hombres de Diox)”, de nuestro compañero Aarón Moreno, que podéis ver AQUÍ.

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