Quien más, quien menos, habremos sido nuevos alguna vez en un empleo.
Tú llegas el primer día, sin conocer a nadie, y te limitas a hacer tu trabajo: aprender todo lo que puedas y mirar cada 10 minutos el reloj para cerciorarte de que la hora de volver a tu casa se acerca y no se está alejando más (que es el efecto que consigues con tanto mirar la hora).
Pasan los días y poco a poco vas haciendo de tu puesto una segunda “zona de confort” tras tu coche (si lo tienes), y la vas moldeando y decorando a tu gusto, con fotos de tu familia, de tus amigos, algún dibujo motivador…
Un buen día decides comprar un artículo friki online, y haces que te lo envíen al trabajo, bien porque en tu casa no va a haber nadie las 85.374 veces que el transportista se pudiera pasar por ella, bien porque es un regalo para tu media naranja que es igual de friki que tú (bueno, o más, pero no se lo vas a reconocer nunca porque el deber de cualquier friki es ser el más friki…).
Cuando lo recibes, quieres comprobar que lo has recibido en buen estado, así que lo abres, y lo dejas encima de la mesa, con mucho mimo.
En ese momento, un compañero de trabajo pasa por ahí casualmente, ve el material y te dice… “yo tengo la versión original en inglés”.
¡Y lo flipas! Lo flipas porque hay alguien más que también es friki en la oficina. Lo flipas más porque es uno de los “jefecillos” que tienen que ir siempre encorbatados. ¡¡Y lo terminas de flipar ya en colores!! Porque, a su frase, hay como diez o doce personas más que dicen frases del tipo:
“Yo estoy esperando a que saquen la primera expansión.”
“No me gusta la jugabilidad, prefiero más los cooperativos.”
“Yo pinto minis, si quieres te hago precio, como a los demás.”
¡Dios santo! ¿Acaso vas a poder hablar de cosas frikis y dejar de sonreír como un idiota cuando hablan de fútbol? Ese día llegas a casa contentísimo, y metes la pata porque descubres el envío al contárselo a tu pareja.
Desde ese día empiezas a ir más contento al trabajo, sacas temas de conversación, y te alucina que los compañeros no te miren raro como el resto de los mortales cuando haces referencias a “Paranoia”, “Arkham Horror” o a Dave Arneson.
Y ahí acaba tu felicidad en el trabajo, porque como hemos dicho antes, todo buen friki que se precie trata de ser el mejor friki de todos. Es como los monos, hay que demostrar que eres el más fuerte o te pasarás el día comiéndote los bichos del pelo del jefe.
Descubres que hay uno que lleva de máster más que los años que tú tienes, el que pinta miniaturas estudió, además de la carrera de telecomunicaciones, tres años de Bellas Artes y su mujer se dedica al mundo del arte (por lo que tiene más recursos que los propios de Citadel), al que le gusta el Munchkin está más loco que tú y se sabe todas las cartas de todas las expansiones y spin-offs de memoria… Buf… Casi que te dan ganas de aprender algo sobre fútbol…
Pero te queda un “pequeño gran reducto“, algo en lo que no te pueden ganar… Tú tienes un el blog friki, con cada vez más éxito, al que empiezan a acreditar en eventos de categoría, que cuenta con una plantilla de redactores, ilustradores y corresponsales impresionantes, con secciones multimedia, colaboradores estrella y entrevistas a artistazos de nivel internacional… Ahí es cuando los demás no tienen más que decir. “¿Y cómo es la dirección, que me la apunto?”.
En resumen, amiguitos, tened cuidado con los frikis de vuestro trabajo: pueden serlo más que vosotros…
¡Un saludo, compis!
P.D.: Aquí tenéis la imagen destacada completa…
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Mi experiencia personal (y, por tanto, anecdótica) es que en las empresas de ingeniería, casi todos son por lo menos un poco frikis (9 de cada 10, diría); y entre 1/3 y 2/3 son frikis con “bragging rights”. Supongo que el mundo nerd y el mundo friki están íntimamente ligados, y no vas a ver una densidad mayor de nerds que en un grupo de ingenieros/matemáticos/físicos. Vamos, los regulares en este tipo de empresas 😛