[Opinión] Final Fantasy VII: ¡cómo hemos cambiado! 4.5/5 (2)

Ha llovido ya mucho desde que en 1997, cosas del destino, la séptima entrega de la saga fuera el primer Final Fantasy en llegar a Europa y a todo el mundo. Llegó con la vitola del saber hacer de anteriores entregas y con ser la primera versión con gráficos en 3D.

Más de 20 años después nos parece lo normal, pero aquellos gráficos 3D muy (pero que muy) poligonizados nos parecían una pequeña obra de arte, y en parte lo siguen siendo. Nada que ver con los gráficos depurados que lucen los juegos de hoy en día. Pero es que habíamos pasado de videojuegos planos en dos dimensiones a escenarios por donde mover libremente a nuestro personaje, y eso a finales de los noventa fue toda una auténtica revolución.

La nostalgia al poder

Como veterano, los primeros recuerdos que tengo era que FF VII era el videojuego del que todo el mundo hablaba durante los recreos. Se compartían estrategias, formas de superar a ese enemigo final de área que te ponía las cosas difíciles e incluso se debatía sobre la historia y los personajes.

El juego enganchó a toda una generación. Pero no fueron las estrategias, los gráficos en 3D o la posibilidad de explorar un amplio mundo abierto. Lo que conquistó a todos los jugadores de la época fueron tres: su banda sonora, su amplia variedad de carismáticos personajes y por supuesto su historia, que comenzaba así…

Hablando de memoria, tarde en pasarme el juego más de 100 horas. Me pasaba las tardes y los fines de semana enganchado a la consola y disfrutando de la aventura.

Completar el juego al 100%

Completar todas las partes opciones del juego me llevó otro centenar de horas. De las que recuerdo, acabar con todas las ARMAS (enemigos opcionales muy difíciles de vencer), el Arma Rubí (la del desierto) y Arma Esmeralda (la del océano), fueron todo un reto. Incluso con los personajes a altos niveles, ataques límite finales y poderosas invocaciones como ‘Los caballeros de la Mesa Redonda’, y usando la materia ‘Gesto’ para reproducir la invocación dos veces más con el resto de combatientes, era todo un reto. Ambos enemigos eran infinitamente más difíciles que los jefes finales del juego.

Armas Rubí y Esmeralda. Fanart

Otro de los retos que el juego nos ofrecía era gestionar una granja de Chocobos (género de videojuego muy popular hoy en día). En ella debíamos cazar por el mundo Chocobos salvajes para posteriormente domesticados, hacer cruces entre ellos y obtener el legendario Chocobo dorado. Los Chocobos que cazabamos era de diferente “calidad” y no todos valían. Encontrar los mejores ejemplares era difícil, y mientras lo cazabas no sabías si lo que obtenías era bueno o malo hasta que no volvías a la Granja y pedías que lo analizaran. Obtener el Chocobo dorado no era fácil, debías hacer varias mezclas previas entre un macho y una hembra de los mejores ejemplares de cada subespecie.

Granja de Chocobos

Pero la mejora de la especie, como siempre, tenía un lado oscuro. Nuestros Chocobos mejorados podían competir en las Carreras de Chocobos en GOLD SAUCER (una suerte de Las Vegas), y alimentarlos con verduras caras, para que compitieran al máximo de potencial.

Todo eso lo hice, hasta llegue a comprarme la casa que vendían en Costa del Sol, la ciudad portuaria, por 1.000.000 de Gil (moneda del juego). Un auténtico lujo, pero para que entendamos su magnitud, comprar la Granja de Chocobos al completo con todos los puestos de crianza costaba 60.000 Gil y era ya un gasto desorbitado.

Una historia a la altura de las expectativas

Recuerdo que el inicio del juego me enganchó: la infiltración en uno de los reactores para cometer un acto de ecoterrorismo. La ciudad de Midgar con sus intrigas palaciegas y los personajes que iban llegando, contaban sus historias, se unían a ti y tú irremediablemente cada vez estabas más enganchado, desgranando la aventura que te ofrecían.

La ciudad de Midgar y sus reactores de energía

La historia y sus muy elaboradas cinemáticas, como si de una amena película se tratara, tenía varios giros de guion. Teníamos escenas románticas, de acción, y un momento muy dramático que aun los fans recuerdan con especial dolor. Era de los que te dejaba tocado.

Como extras, el juego tenía varios minijuegos integrados y aventuras opcionales que podías realizar y que era una auténtica delicia. Uno de mis favoritos era el minijuego de tipo tower defence que ponías en práctica en Fuerte Cóndor. Tenías que defender tu base e ir acabando con las oleadas de enemigos que tenían ciertas debilidad y ventajas frente a tus tropas.

Un minjuego que hoy podría estar en cualquier store de juegos móviles

Algunos defectos

No todo fue perfecto en el juego. Es justo reconocer también sus errores. Uno de los inconvenientes que tenía es que el guardado sólo se podía hacer en ciertos puntos. Lo cual impedía que se pudieran jugar partidas rápidas. Hay veces que debías emplear mínimo una hora seguida (y sin que te mataran) para poder llegar hasta otra zona de control y poder guardar la partida.

Otro de los aspectos negativos del juego era la deficiente traducción de las conversaciones y las libertades que los traductores al castellano se tomaron. Era habitual encontrarse con frases inconexas y errores de bulto graves. Escribir mal el nombre de los personajes o frases que ya han pasado al imaginario de los fans como el famoso “Allevoy”.

 

Pero a pesar de todo, y así, después de muchas horas de aventuras y desventuras llegaba el clímax. El duelo final contra Sephirot para salvar el mundo. Pero todo lo que pasa entre medias, desde el inicio hasta el final, es ya historia de los videojuegos. Y si no la conoces ahora tienes la oportunidad con Final Fantasy VII Remake.

Todos los personajes jugables de la saga

 

Próximamente haremos un análisis de la versión Remake

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