Hace un tiempo, en el Cornetin, Ofcastle escribió sobre el anime de One Piece. Aparte de recomendarte esa reseña voy a plantear la información básica para ver la nueva serie de imagen real One Piece en Netflix, por si quieres tener algo de lore inicial. Temas que, seguramente, saldrán en el primer o segundo capítulo.
One Piece es un shonen, es decir, un tipo de serie con mucha acción y enfocado a jóvenes. Otros ejemplos del estilo seria Dragon Ball o Naruto, series que One Piece ha superado en ventas en el manga (para otro día la discusión sobre si One Piece es más o menos popular que ellos). Su creador es Eiichirō Oda (llamado Goda – en referencia a god, dios – por sus fans) y lleva publicando desde 1997. Actualmente One Piece lleva más de 1000 capítulos, tanto en su manga como en su anime. Y, en mi opinión, One Piece hace una apuesta por romper estereotipos del shonen, aunque para hacerlo a veces tenga que recurrir a ellos.
El mundo de One Piece es, básicamente, agua con miles de islas. Este gran Mar Azul se divide, a su vez, en cuatro mares denominados por sus ejes cardinales: Mar del Norte, Mar del Sur, Mar del Este y Mar del Oeste. Estos Mares se ven separados por dos lugares: la Red Line (Linea Roja) que es un gran continente en el eje de ordenadas y unos mares “especiales”, los Calm Belt (Cinturón de Calma), en el de abscisas. En ese eje también, como si fuera el ecuador, encontramos el Gran Line del que hablaremos en un rato. Aparte de eso el mundo tiene habitantes bajo el agua y en el cielo.
Es un mundo ideal para piratas. Cada isla puede llegar a tener un ecosistema y evolución propia y los piratas han estado presentes, en mayor o menor medida, desde siempre (fan de One Piece: estamos presentando el mundo). Además tenemos a una gran organización: La Marina, que representa el poder fáctico y, tras ella, el poder político… del que no vamos a contar nada.
One Piece inicia en la ejecución de Gold Roger, un afamado pirata que llegó a ser rey de los bucaneros. En su último suspiro Roger advierte que su gran tesoro (el One Piece) está en “algún lugar” de la Gran Line, la mayor ruta navegable del mundo. Eso hace que se cree una “nueva era pirata” con miles de personas buscando ese tesoro.
Como otros Shonen One Piece tiene un punto superheróico y no deja de ser una lucha entre poderes fantásticos. En este caso Oda también rompe algunos tópicos ya que no crea un sistema “escalado”. Hay tres maneras básicas de obtener los poderes: el poder físico a base de entrenamiento, las frutas del diablo que dan características concretas a quién se la come (como el protagonista Luffy que es un hombre de goma) y el haki… del que no vamos a desvelar nada en esta reseña. La combinación entre todos esos sistemas crea muchas posibilidades y es difícil “ordenar” a los personajes de One Piece por su nivel de poder. Aparte hay otro tipo de poder… pero ese es mejor que lo descubras viendo la serie.
Oda rompe clásicos de shonen más veces. Otro ejemplo claro es la intención de mantener el humor en su obra, algo que otras series muestran de inicio pero pierden al cabo de un poco. También tendremos que ver cómo ese humor evoluciona el live action ya que algunos chistes han quedado muy desfasados (insisto: esto empezó en 1997 y entonces los chistes eran de “otro estilo”). Para mi otro de sus logros es fomentar que cada personaje, aparte del protagonista principal, tenga un objetivo y evolución personal. Y, como colofón, el mundo: Oda aprovecha su mundo para analizar el concepto de bien y mal, conceptos políticos e incluso filosofías de vida y el propio nombre de la obra. Todavía no sabemos qué tesoro es el One Piece… y, seguramente, cualquiera que se acerque a esta seria acabará con su propia idea. Y esa es la gracia.
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