¿Estas seguro de conocer la realidad que nos rodea? Aceptamos sin dudar que el cielo es azul, la tierra es redonda y desde luego no es hueca por dentro. Nos reímos de los que afirman que la tierra es plana y esta hueca.
Ahora, imagínate que se pudiera cambiar la realidad solo con que una cantidad suficiente de personas creyera en una de estas teorías. Para evitar que la realidad se desmorone existe El Departamento de la Verdad.
Sinopsis
El periodista Cole Turner es experto en teorías de conspiración. Desde el terraplanismo, al asesinato de JFK, pasando por sociedades secretas tras las crisis modernas, Cole ha encontrado encontrado alguna explicación a como surgen todas ellas.
Pero cuando descubre que la creencia colectiva del mundo puede convertir cualquier teoría en realidad, Cole es reclutado en el Departamento de la Verdad, una organización del Gobierno de Estados Unidos encargada de que esas conspiraciones no se asienten en el mundo real, preservando la realidad conocida.
Pero mientras Cole duda de todo lo que antes aceptaba como un hecho, también debe preguntarse si este misterioso departamento es una fuerza del bien… o si tiene razones más siniestras para querer controlar va verdad.
La tulpa y la conspiración
El Departamento de la Verdad escarba en el tiempo de la postverdad y la manipulación a la que estamos expuestos. Con esto El Departamento de la Verdad plantea la siguiente premisa: la realidad es manipulable, siempre que haya gente suficiente para creer en algo, por descabellado que sea. Esta idea ya la propuso Neil Gaiman en El sueño de un millar de gatos. Pero mientras que el padre de Sandman nos plantea una bonita fabula, James Tynion IV, guionista del cómic, nos planta de bruces con una realidad bastante más incomoda de aceptar: somos manipulables.
El Fin del Mundo, primer tomo de la colección, comienza explicado la que sostiene la serie, con la idea de las tulpas. Básicamente, una tulpa es una idea que toma forma y aumentando su presencia a medida que pasa el tiempo y recibe atención. De esta manera si la idea de que la tierra es plana, por ejemplo, esta se iría volviendo plana con el tiempo, proporcionándonos pruebas irrefutables de ello. Esto queda plasmado de manera magistral, en el arranque de la serie, cuando Cole – protagonista central de la serie – visita una convención de terraplanistas, donde acaba siendo testigo de sus ideas de primera mano.
La ciudad sobre la colina, segundo tomo, aprovecha las creencias colectivas para mostrar las formas en la que se puede manipular a la sociedad y los procesos del pensamiento conspiranoico. En este caso se centra en las ideas populares: el bigfoot, los conejílopes o los reptilianos, para mostrarnos el mecanismo de manipulación: escoger un pequeño grupo de gente proclive a creer cualquier cosa y ofrecerles la narrativa que se desea darles; poco a poco esa narrativa comenzará a compartirse y extenderse, hasta alcanzarnos y hacernos vulnerables ella.
La Verdad (Opinión)
El Departamento de la Verdad se encuentra entre las lecturas más interesantes y difíciles de leer a las que me he enfrentado. Acudí a él en busca de un cómic de conspiraciones y sociedades secretas, y aunque el cómic da esto y mucho más, lo que hay tras de ello es bastante más complejo – como toda buena conspiración.
El dibujo – al cargo de Martin Simmonds – no es especialmente amable con el lector, pero sin duda no podría haber otro mas adecuado para este cómic. Refuerza la idea de un mundo de conspiraciones constantes en el que se mueve el cómic. Destacar que a veces esto juega en contra del lector, que debe hacer un esfuerzo de lectura, ya que el color de algunos textos se confunde con los fondos de las viñetas.
En definitiva, es una reflexión sobre el poder que supone el control de la información, escrita de manera arriesgada y perturbadora, a la que hay que dedicar tiempo y atención.
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