[Redacción] Perdidos en un buen libro Sin valoraciones aún

Los recuerdos son algo curioso. Muchos son detalles borrosos, otros brillantes. Algunos con música de fondo, la mayoría tienen datos poco precisos. Esos en los que sólo eres una imagen congelada… ¿Cualquier tiempo pasado fue mejor? En este caso sí. Nuestra redacción ha querido excavar en sus recuerdos y hablarnos de su primer libro. Aquel dónde se perdieron. Aquel que quedó, no sólo en la mente, también en el corazón.

Libro: Nacida en domingo, Gudrun Mebs

Recuerdo de: Tako

Yo nací en domingo. Sí, fastidié a quién estaba de guardia en su casa (según me cuentan, tuvo que volver de un viaje). Ese, entre otros, es un chiste eterno en mi familia. Y, quizá por eso, éste fue uno de los primeros libros que me regalaron. Alguien que tenía mucho que ver conmigo: nacido en domingo, ser chica y ser huérfana. Bueno, quizá no tanto. La historia trata de una chica, no recuerdo el nombre, que vive un orfanato. Sabe que, a su edad, no podrá ser adoptada. Ni siquiera tiene un “padrino de domingo” para llevarla a realizar actividades en ese día. Y en la soledad, hablando con su peluche, fantasea con la pareja que, al fin, serán sus padres de adopción. Y, cuándo al fin le llega el momento, descubre que nada es como se lo imaginó.

Más tarde vi cómo el libro hablaba sobre las expectativas, trataba abiertamente el tema de la adopción (hablamos de 1985) o como el original se titulaba Sonntagskind y tenía connotaciones religiosas. Pero todo eso no fue entonces. Ahí, simplemente, fui esa chica ilusionada que aprendía a resituar sus sueños y vivir con un fondo positivo su vida basándose en una sola premisa. Ha oído que los niños nacidos en domingo tienen siempre mucha suerte

Libro: Las Aventuras de Tom Sawyer, Mark Twain
Recuerdo de: Pacheco

 

El primer libro que me regalaron, con apenas 3 o 4 años, y del que tengo un grato recuerdo, es El Ratón Ramón. Es un libro infantil, de apenas una docena de páginas y con muchos dibujos. Sin embargo, ahora de mayor, el libro que mejores momentos me hizo pasar fue Las Aventuras de Tom Sawyer, el segundo libro que me regalaron.

Este libro es especial para mí. Los detalles de la historia apenas los recuerdo bien. Si que recuerdo los momentos que me hizo pasar junto a mi padre. El libro tenía todo texto y apenas un par de dibujos. Para un niño de 5 años era un aburrimiento. Así, el libro se tiró en la estantería meses sin que lo tocara. Sin embargo, llegado el verano, en la época que los niños salen antes del colegio y ya no tienen que volver por la tarde, mi padre se hartó.

Al salir del colegio y antes de comer, me obligó a leer el libro junto a él. Lo que al principio fue un castigo, se convirtió poco a poco en la mejor experiencia padre-hijo. Despertó en mí el amor por los libros, mejoré mucho mi capacidad de lectura y compresión lectora con este entrenamiento diario, y se forjó en mí, uno de mis mejores momentos familiares.

Libro: Aventuras de “La mano negra”, Hans Jurgen Press
Recuerdo de: Chemical

 

Una pandilla de chavales que salen del colegio y viven mogollón de aventuras. ¿A qué chaval no le molaría vivir algo parecido?

En realidad no es un libro que me regalaran, ni que me mandaran en el cole siquiera. Era un libro de mi hermano, que no le motivaba la lectura y un día se lo vi y eso de buscar por sus páginas los puzles, los acertijos y demás me encandiló. Lo leí de cabo a rabo en muy poco tiempo y, años más tarde, me pedí el libro por un cumpleaños o algún otro evento. Un libro que me encantó y me hizo interesarme mucho por la lectura.

Hay que mencionar que el libro esta recomendado para los 10 años, que sería la edad de mi hermano. Yo tendría tres menos y, en aquella primera lectura, no le pillé mucho matices, ni siquiera resolvería todos los puzles. Pero me gustó tanto y tengo tan buen recuerdo que me están entrando ganas de volver a comprarlo y leerlo de nuevo, aunque siempre puedo poner la excusa de que es para mi hijo…

Libro: De Profesión fantasma, Hubert Monteilhet
Recuerdo de: K

 

En mi casa siempre ha habido libros y tebeos. Mi padre los leía, que no los coleccionaba, con avidez y recuerdo que los fines de semana siempre había un momento para “leer” juntos. Entendamos por leer que mi padre leía y yo coloreaba un libro de pintura, hacia los deberes o leía torpemente. Me fascinaba como mi padre pasaba las hojas tan rápido.

Además, mi padre me incitaba a la lectura. En las mañanas de verano La 2 pasaba películas de dibujos de grandes clásicos, desde Tom Sawyer a Dracula. Una de esas películas fue El Señor de los Anillos, de Ralph Bakshi y yo me la perdí. Mi padre me dijo que si me leía El Hobbit, seguro que volvían a pasarla. Así que me puse a leer El Hobbit, sin entender como eso haría que pudiera ver la película. Pero, oye, funcionó (mi padre la había grabado en vídeo y lo preparó todo para que la viera).

Con estas podéis pensar que es El Hobbit el primer libro que recuerdo. Pero, lo cierto, sólo recuerdo leerlo por la película. El primer recuerdo de leer un libro con avidez, casi devorándolo fue De Profesión Fantasma, de Barco de Vapor.

Recuerdo que, mientras lo leía, yo quería ser como John. En casa de mis abuelos, buscaba ropa y trastos viejos para disfrazarme de fantasma. Andurrear por casa, sin que mis padres me vieran, tal y como hacia el personaje. O la cara de mi madre, cuando dije al librero del barrio: “Quiero otro como este”

Como dije al principio, en mi casa había muchos libros y tebeos, adultos e infantiles, pero fue este el que me hizo fijarme en ellos.

Libro: El diablo capataz, Val Biro
Recuerdo de: Ofcastle

 

La verdad es que de pequeño he leído muchísimo. Unas veces “obligado”, y otras veces por puro gusto. Que casualidad, las únicas obras que recuerdo de esa época son las que entraban en la segunda opción.

De pequeño siempre me han gustado los libros humorísticos, los clásicos para niños como Fray Perico o El Pirata Patapalo, pero el que creo que me abrió los ojos a la novela y tengo mejores memorias de él, no es sino El Diablo Capataz. Justamente un libro que no contenía humor, si no que estaba destinado a empezar a pensar por uno mismo.

El señor de una granja, con tierras que cultivar y falta de hombres que le sigan. ¿El por qué? Por no ser una persona mínimamente decente. Con esto empieza la historia. No hay mejor solución que se le ocurre al dueño que contratar como capataz al mismísimo diablo. ¿Qué podría salir mal?

Creo que, gracias a este tipo de obras, empecé a interesarme por los libros de verdad. A descubrir que podían tener en su interior no sólo historias ligeras para pasar el rato o simplemente entretenerme. Que podían no dar respuestas, si no preguntas. Y estas preguntas, eran mil veces más interesantes que cualquier historia que me podían contar sólo por diversión.

 

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