[Reseña] Aquelarre 999 Sin valoraciones aún

Por primera vez Aquelarre ha roto su maldición y no ha acabado con una editorial. No sólo eso el, redoble de tambores, decano de los juegos de rol en español seguramente ha sido una de las puntas de lanza de Nosolorol. Y aquí estamos, con la tercera edición saldada (más o menos) y esperando el próximo Aquelarre Trinitas. Es un buen momento para repasar lo que nos ha dejado este juego, ver el presente y jugar a la ruleta de las apuestas de futuro.

Un repaso por la tercera edición

Trinitas tiene una gran desventaja de inicio, superar la tercera edición. Esto no es sólo debido a elecciones, supongo, editoriales como que la cuarta edición vendrá en tres libros. La razón principal es que la edición ya extinta es un manual de los mejores. Y eso aún es cierto después de los años.

Podríamos entrar en opciones sobre “modernizar” el sistema. Por ejemplo: usar algunos de los trucos que nos enseñó The Troubleshooters o escoger alguno de los tops de mi compañero Kdelamo. Pero para este viaje no hacen falta más alforjas. En Aquelarre todo funciona y va a seguir funcionando.

Abro debate. Los libros de esta edición han viajado entre cosas muy diversas. Desde grandes retornos, como Dracs o Retorno a Rincón, hasta la llegada de “manuales malditos”, como el Asturies Medievalia (otra pequeña maravilla). Todo ello pasando por decisiones editoriales, supongo otra vez, opinables, como dividir el Filandón de San Pelayo (los cuatro libros de la Cofradía Anatema) o crear manuales pensados en más allá de España (los Imago Europe). Ha quedado una línea potente, aunque irregular en su formato y variable en su estilo. Y, ya que estamos exquisitos, me han faltado grandes viejas glorias como el Ad Intra Mare.

¿Aquelarre 3.5?

Hay algo que NO es Aquelarre 999. No “conecta” la tercera y la cuarta edición. Es cierto que luego esa palabra ha cambiado a un “compatible”, mucho más laxo ya que, por ser compatible, también  lo es Cthulhu d100. Así que si has llegado a Aquelarre 999 por el “conecta” este no es tu manual.

Una vez has interiorizado eso y te has acostumbrado a una maquetación con algo de aire… podemos recordar el Efecto 2000. ¿Qué fue eso? Pues, por la programación de los ordenadores, muchos no podían cambiar del año 1999 al 2000 y sistemas críticos corrían el peligro de pararse y crear un efecto cascada. ¿Que tiene esto que ver con Aquelarre?

Entonces ¿qué es 999?

Lo primero de todo: es café para muy cafeteros. Eso para mi no es ningún problemas, pero tenlo en cuenta.

El cambio al primer milenio llamó la atención. Aunque ese parezca uno de los ejes de Aquelarre 999, la introducción ya nos avisa que ese pánico fue algo bastante más académico que popular (citando el libro “la gente no sabía en qué año vivía”). La excusa nos sirve para situar la Historia alrededor de esos años. Añadir un “efecto milenio” queda, pues, en manos del narrador.

Siguiendo algún manual anterior (a mi me ha recordado en gran parte a los Imago Europe – como se reconoce en la contraportada -) la intención es darte escenarios dónde moverte, en este caso, situados en el primer milenio y con una aventura que nos recuerda viejos clásicos de Aquelarre.

Concretamente tenemos el Califato de Córdoba, el Reino de León, el Reino de Pamplona y los Condados Catalanes, aparte de un pequeño paseo (en formato sobre todo de Monstruos y Leyendas) por Britannia, Francia y Borgoña, El Imperio-Romano y la península italiana. Las referencias reales (históricas) e irreales (mitos y leyendas) siempre han sido el fuerte de Aquelarre y, de toda la lectura, destaco:

– Los seres irreales que, como muchas veces, vienen con ideas de aventura. Este manual, menos que otros incluso, no es recomendable para menores (Aquelarre nunca ha sido un juego que participe en ese rango). Las leyendas, como siempre, pueden inspirar desde una aventura hasta una campaña-

– La Fitna: el lugar ideal para esos personajes musulmanes que nunca has jugado.

– Las incursiones normandas en la costa cantábrica: por si quieres añadir un triple giro a Aquelarre y traerte, junto a los normandos, un poco de Vaesen a tu mesa. Ya que vas a sacar normandos, puedes aprovechar viejos clásicos o hacer tu propia batalla con la escena de las cuatro barras.

– Ya puestos a inspirarse en otras cosas, puedes hacer un Pendragón con los Banu Gómez. Y hablando de batallas, el manual te recuerda Roncesvalles.

– Por lo que respecta a Europa me ha encantado la leyenda del rey mártir y, aún más de mi estilo, la de Lady Finella. Y, si quieres hacer otra pirueta mezcla a los benandantí con los Tuatha’an y hazte una partida con el pueblo errante resultante.

– Sobre la aventura, aunque no la he probado,decir que me ha gustado las variantes que ha escrito Antonio Polo, pequeñas ideas para reforzar la trama. La potencia viene en la tercera parte y creo que puede ser muy buen inicio para novatos, sobre todo gracias a una primera parte algo lineal, ideal para entender reglas y entrar en la intrepeteción.

El futuro de Aquelarre

A partir de este momento entramos en el terreno de las esperanzas y peticiones al aire. Como dije Aquelarre funciona y no necesita mucha más orfebrería. Seguramente se puede añadir reglas especificas que llamen a sangre nueva o simplificar la creación de personaje.

Parte de este reseña nos lleva un planteamiento interesante. ¿Aquelarre ha quedado antiguo, comparado con otros juegos? No. Pero es verdad que no es un manual ideal para novatos ya que, al no basarse en una fantasía, su realismo lo hace difícil de interpretar. Nunca ha sido un juego de “héroes” y nunca lo debería ser. Parte del éxito cae sobre las espaldas del Narrador y su capacidad para ignorar una realidad dura. Es ese sentido en más “sencillo” Villa y Corte con sus escenarios más “alegres” o Rinascita del que tampoco hemos visto su versión en tercera edición.

Quizá es el momento de arriesgar con Aquelarre. Y eso lo dice alguien que ha sido de sus seguidores más leales. Puede que con reglas opcionales o, ya puestos, revolucionar todo. Menos el dado de cien, por favor, eso que no lo toquen. Los años no pasan en vano para nadie pero tampoco es cuestión de perder las esencias.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Que, a ver,

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